UN RETRATO DE LA HUMANIDAD
EPÍLOGO
Un hombre estaba tumbado en la ladera de una montaña viguesa.
Tenía en su mano un fusil y observaba como su reciente víctima, un caminante solitario que circulaba por la carretera.
El hombre se levantó.
Era una persona grande, con una mirada vivaz y un pelo cobrizo sin peinar.
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