SI LOS MUERTOS HABLASEN...
CAPÍTULO 6
LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE ES EL MISTERIO
LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE ES EL MISTERIO
Alex corrió. Se alejó del cadáver de su amigo en busca de sus amigos.
Cuando llegó al pórtico ellos ya estaban saliendo.
- ¿Lo encontraste? -preguntó John.
- Encontré un cadáver, sí, pero no el que buscamos.
- ¿Qué quieres decir, Alex? -preguntó Jay.
- Que encontré un cadáver, pero no es el que trajimos aquí.
Jay, John y Adolf se miraron. Alex se dirigió hacia el lugar donde estaba el cadáver y los otros le siguieron.
Al llegar todos se quedaron estáticos observando al recién fallecido Richard.
Fue Alex el que habló:
- ¿Qué hacemos con él?
John se encaminó hacia el cadáver y le tomo el pulso.
Levantó la cabeza y negó.
- Lo más conveniente sería llevarlo al interior de la mansión para que John no pueda examinarlo, ¿no? -dijo Jay.
- Sí, será lo mejor -respondió John.
Entre los cuatro cargaron el cadáver de su amigo hasta el salón y John comenzó a examinarlo.
- No tiene pulso y tampoco respira. Tiene una herida sangrante en la mitad superior izquierda de la cabeza. Posiblemente esto haya causado una contusión cerebral que lo llevó a la muerte, ya que no había demasiada sangre en donde él estaba, por lo que no pudo desangrarse. Parece que se golpeo la cabeza. Quizá se cayera al suelo y chocara contra una piedra, pero eso es imposible, ya que Richard estuvo en el desván todo el rato. Yo mismo lo vi subir hacia él.
- Cuando llegue me fije en que la ventana del desván estaba abierta, ¿no se pudo caer por allí? -dijo Alex.
- Imposible, demasiada distancia. Si hubiera pasado eso tendría alguna vértebra rota o el cráneo abierto del todo. Tuvo que caer desde menos distancia. Como mucho un metro y medio de altura.
- Yo me fije en que en la casa, justo debajo del desván, hay un pequeño saliente al que se puede encaramar una persona -era Adolf el que hablaba-. Esta a poco más de un metro del suelo. ¿Y si Richard cayó desde la ventana del desván y frenó, sin lograr evitarla, su caída?
- Puede ser. Quizá intentara encaramarse y lo consiguió, para luego resbalarse, caer y morir -intervino Jay.
- Sí, eso pudo ser -dijo John-. En cualquier caso, ¿cómo pudo caer por la ventana? Mejor dicho, ¿quién le hizo caer por la mirada?
John miró con una mirada reveladora a todos sus amigos, y ellos a su vez se miraron con desconfianza entre ellos.
- Creo que hay un dato relevante que hemos pasado por alto -dijo Alex.
- ¿Cúal? -preguntó Jay.
- ¿Os habéis fijado en la cara de Richard? Está... tranquilo, por así decirlo. Si alguien le hubiera sorprendido o le hubiera tirado por la ventana, su cara no sería esa. Quiero decir, ¿creéis de verdad que si uno de nosotros os hubiera matado moriríais con esa cara tan... calmada?
Todos se callaron. Las palabras de Alex habían derrumbado las desconfianzas que se habían afianzado en el ambiente con tanta rapidez.
Las miradas incriminadoras se fueron con la misma rapidez con la que habían llegado.
- Y si ninguno de nosotros lo ha matado, como bien apunta Alex, ¿debemos suponer que se cayó él sólo? -dijo John.
- Yo no estoy del todo de acuerdo con Alex -intervino Adolf-. Creo que la muerte no fue instantánea, y en los segundos antes de la muerte, los músculos de Richard se pudieron relajar. Es cómo si observáramos un camino de tierra después de llovido. Nunca podremos saber si antes había o no había huellas.
Silencio de nuevo.
Alex abrió la boca para hablar pero tuvo que cerrarla rápida, al tiempo que adoptaba una expresión de sumisión y de acuerdo con las ideas de Adolf.
Nuevas miradas incriminatorias.
Nuevas desconfianzas.
Nuevas dudas.
Pero había una cosa que prevalecía.
El misterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario