jueves, 6 de marzo de 2014

Si los muertos hablasen... 1

SI LOS MUERTOS HABLASEN...

CAPÍTULO 1

PRESENTACIÓN FORMAL


El Sol comenzaba a ponerse entre los árboles y los 4 amigos avanzaban por el uniforme sendero de tierra.
Sus sombras se alargaban contra el horizonte mientras mantenían una animada conversación.
Los 4 se conocían desde hacía poco y no tenían demasiado que ver entre ellos, excepto su amigo en común, Richard, que los estaba esperando en su casa.
En ese momento es a dónde se dirigían, a la casa de Richard. Todos vivían en la ciudad menos Richard. él vivía en las afueras. Unos 30 minutos separaban a la ciudad de la casa de su amigo. Los 4 habían decidido reunirse al principio del camino y realizar el viaje juntos, así no les resultaría tan aburrido.
Como he dicho, los 4 se conocían desde hacía poco. Sólo había pasado un mes desde la primera vez que se habían reunido todos en casa de su amigo. Y desde entonces solo se habían vuelto a ver todos juntos otra vez.
Esta sería la 3º vez que el grupo quedaba.
Richard los había reunido la primera vez como motivo de la celebración de un dinero que había conseguido. Ebrio por su éxito, decidió realizar una fiesta grandiosa que duró hasta más allá del amanecer y a la que asistieron más de 40 personas.
Después de que la fiesta acabara sólo quedaban en la casa 4 personas y su propietario. Y estos 5 acordaron comer juntos.
La segunda vez fue Richard el que los llamó en exclusiva. Quedaron para cenar y salieron de la casa hacia las 3 de la mañana.
Esta vez estaba siendo idéntica a la segunda.
Richard los había vuelto a invitar y ellos, sin vacilar, habían aceptado.
Como ya he dicho, estas 4 personas que se dirigían ahora hacia la casa en la que se habían conocido no tenían más que a su amigo en común, sin embargo, se entendían como si llevaran siendo amigos toda la vida.
La persona que encabezaba el grupo era Adolf, un alemán de pelo rubio y robusto. Aunque tuviera un inglés más que notable, su acento era muy notorio y cuando estaba totalmente ebrio acostumbraba a hablar en un alemán muy fluido, para regocijo de los presentes, que esperaban este momento con ansia debido a lo humorístico de ese momento. Adolf trabajaba en la industria naval como constructor y tenía una gran éxito. Era el dueño de un astillero y vivía en una vivienda del centro.
Detrás de Adolf iba Jay. Era hijo de una familia acomodado del centro de EEUU y trabajaba en la industria téxtil. Era el dueño de una gran marca y sus mercancías salían de los puertos más importantes de Europa, América y Asia. Era un hombre de cabellos castaños, con una constitución más bien endeble y unos modales muy refinados que parecía olvidar al dirigirse a sus subordinados.
Al lado de Jay caminaba Alex. Era oriundo de Sheffield y se había mudado a EEUU para unirse al resplandor dorado que en aquella época estaba experimentando la bolsa de Nueva York. Era uno de los más reconocidos brokers del mundo y uno de los hombres más influyentes de Nueva York. Era, además un hombre alto, de pelo moreno y mirada penetrante y seria, con una voz muy grave y un sentido del humor muy agudo y negro.
Detrás de Alex caminaba John. John era posiblemente el hombre más extrovertido del grupo. Era rara la ocasión en la que lo encontraras callado. Se dedicaba a la medicina y era uno de los mejores de la ciudad. Era alto y atlético, de pelo castaño, ojos azules y piel bronceada. No solía vestir traje excepto en las ocasiones más especiales, como aquella.

El grupo seguía avanzando por el paseo y hablando de diversos temas mientras el Sol se iba poniendo. En ese momento, Jay estaba hablando de sus exportaciones y Alex le preguntó:

- ¿Habéis expandido el mercado a Alemania? Con la nueva política de ayudas se esta perfilando como la gran potencia que era antes. Ahora es el momento de comerciar con ella, antes de que todo el mundo lo haga. Los beneficios van a ser asombrosos.

- No creo que Alemania llegue a ser lo que fue nunca más -intervino Adolf-. El Tratado de Versalles ha hecho mella en la economía y en la población, y eso es algo que no se puede remediar. La época de esplendor alemana se acabó cuando Bismarck fue destituido.

- Adolf tiene razón -el que hablaba ahora era Jay-. Alemania está asfixiada por las reparaciones de guerra, su economía, a pesar de haber mejorado, no va a volver a florecer en muchos años. Y cuando florezca de nuevo, yo no estaré vivo para comerciar con ella.

- Os equivocáis -respondió Alex-. El Tratado de Versalles solo esta siendo seguido con extrema dureza por Francia. Gran Bretaña nunca acabó de aceptarlo, y estoy seguro de que en unos años se revocara. Y en ese momento, la economía alemana volverá a florecer e impondrá una autarquía, como venía haciendo. Y ahí si que no vas a poder comerciar con ellos. El momento es ahora, es una inversión viable.

- No estoy tan seguro... -comenzó Jay.

Sin embargo, John los interrumpió y dijo:

- Chicos, ¿qué es eso que está en la cuneta?

Los 4 hombres dirigieron la mirada al punto que John estaba señalando y observaron un cuerpo inerte tirado en la cuneta.

2 comentarios:

  1. Bien (y) Si no me equivoco, la historia está ambientada por allá, principios del 20, después de la primera guerra mundial no? (Me ha gustado, sigue) :D

    ResponderEliminar