SI LOS MUERTOS HABLASEN...
CAPÍTULO 14
LA MUERTE DE OTRO TERRORISTA
LA MUERTE DE OTRO TERRORISTA
Si el final de esta "obra" fuera el que os he presentado, posiblemnte mucha gente se quejaría. ¿Qué pasa con Richard? ¿Él también se merece morir, no?
Pues bien, para toda esta gente, aquí os dejo otro final que es sólo una continuación del anterior.
Richard saca el cuchillo de la pared sin preocuparse de los daños que este había producido. La verdad es que había creado una hendidura considerable para la distancia desde la que había sido lanzado. La fuerza de Alex debía ser formidable.
Richard se sentó un momento en el sofá. Se quitó la chaqueta de su esmoquin y empezó a llevar a los cadáveres al sótano. Allí tenía una caldera en la que solía quemarlos después de que le pagaran por su trabajo. A la mañana siguiente vendrían los jueces a verificar las muertes y a pagarle. 300000 por cada uno de los cadáveres y 500000 por Giovani. Una suma más que sustanciosa.
Richard acumuló todos los cadáveres delante de la caldera y volvió a subir.
Notó un olor raro en el ambiente del comedor pero lo asoció al olor de los cadáveres. El de Hugo debía de estar ya en proceso de descomposición y Adolf sudó como un animal, se dijo Richard.
Entonces decidió encender un cigarrillo. Le vendría bien fumar después del día que había tenido.
Sacó su caja de cerillas y, sin saber muy bien por qué, se acordó de una conversación que había tenido con Alex hace tiempo.
- En invierno debe de hacer frío aquí, ¿no? -dijó él.
- No te creas, tengo estufas en casi todas las habitaciones. Tengo gas butano circulando por toda la casa.
- ¿Por tubos?
- Sí, van por detrás de la pared.
En el momento de encender la cerilla se dió cuenta de la profundidad del agujero de la pared. Alex podría haberle dado. ¿Por qué no le dió? ¿Y por qué olía así? El olor de la habitación no era el de un cadáver en descomposición, no.
Y entonces, Richard encendió su cerilla y toda la casa voló por los aires.
No hay comentarios:
Publicar un comentario