EL PIANISTA
CAPÍTULO 1
DULCE INTRODUCCIÓN AL CAOS
Observar
las llamas del fuego que acabas de provocar. Un fuego vivaz del que sale una
columna de denso y maloliente humo gris. Siempre me ha parecido curioso que del
desvanecimiento de una vida pueda surgir un fuego tan vivaz y brillante. Parece
casi una ironía natural. O tal vez es que se intentan compensar las luces apagadas
con otras encendidas. No sé, la verdad.
Sé que
tengo sólo unos minutos antes de que alguien advierta el fuego, venga a ver y
llame a la policía, por lo que tengo que preparar la escena con presteza.
Coloco
el disco en una pared y lo afianzo a la misma con cinta adhesiva.
Ajusto las
cuerdas para alejarlas de las llamas y que no prendan y preparo el mensaje en
la pared.
Me gustaría
que la policía lo encuentre todo ordenado cuando llegue.
El
desorden es para gente que no está preparada para hacer llegar a la Tierra el
caos. El caos no es desorden, es preparación, esmero, gusto y dedicación.
Yo
persigo un caos superior al que los otros aspiran a conseguir.
Intento
hacer temblar los cimientos del mundo en que vivimos. Me considero un artista.
Un artista nuevo que cultiva un arte nuevo y vanguardista. Busco el escándalo
en la gente, ¿y no era eso lo que perseguían también Tristán Tzara y su
movimiento dadaísta?
Observo
por última vez mi debut en el mundo artístico. Un debut sencillo comparado con
lo que voy a presentar al mundo en los próximos días.
Un debut
sencillo.